domingo, 30 de octubre de 2011

TRANVÍAS DE CABALLO

Con este título, el periodista Leónidas Rivera, en su libro de añoranzas y evocaciones, "Del vivir limeño de antaño - Charlas de Evocación, perifoneadas por Radio Nacional del Perú 1959-1960", nos narra esta crónica o charla de evocación, rememorando aquellos tiempos idos de la Lima de antaño:

TRANVÍAS DE CABALLO

"Vale la pena echar unos parrafitos sobre los antiguos tranvías urbanos de Lima, que halaban tristes y escuálidos caballos y a veces los empujaban resignados pasajeros. Estamos hablando de 1905, precisamente cuando la población de Lima a duras penas llegaba a los 130 mil habitantes.

Escuálidos caballos y resignados pasajeros empujando el tranvía

Foto:
http://www.facebook.com/limantigua
Del Album: FOTOS-Tranvias en Lima Antigua


Había, entre otras, la línea "Matienzo-Santa Clara". Este urbano, un día sí y otro también, interrumpía su viaje. ¿Por qué? Lo ignoramos. Solo sabemos, viendo una fotografía de la época con su respectiva leyenda, que hay cuatro víctimas: Los dos tranviarios y los dos caballos. ¿Se habrá cansado alguno de los cuatro? A uno de los caballos se le ven las costillas. ¡Qué menos! Según las perspectivas del fondo, este breve, pero repetido incidente, ocurre a la altura de la Plaza de Armas, frente al Palacio de Gobierno. En la foto que tengo a la vista, se ve a un “cachaco”, todo vestido de blanco, que presencia impasible el suceso. Dentro del urbano se encuentran una señora con manta y un señor que, acaso es oyente de esta charla mía.

*Aca la foto que nos describe Leonidas Rivera, pero que no aparece en el libro:

Según se aprecia, el tranvía sufrió un descarrilamiento

Foto:
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Del Album: FOTOS-Tranvias en Lima Antigua


Una evocación trae siempre, como corolario, la palpitación dolida de las cosas que se fueron para no volver.
En el espíritu de aquellos que las presenciaron o fueron actores, prende, a manera de chispazo, la luminaria pretérita de las épocas lejanas.

Lima, por los días que evoco, tenía costumbres de aldea y atisbos de ciudad.

Venturosos días aquellos en los que sólo sacudía la habitual modorra de la capital, la noticia de una crisis ministerial o la proximidad del estreno de un torero famoso, o de una célebre cantatriz. Broggy y Dora, Nove y el Estrasburgo, eran los centros obligados de reunión para los petrimetres de la época.

Los trenes del ferrocarril inglés daban, en verano, a su itinerario, mayor actividad que la habitual. Los había en la estación veraniega cada hora. El último que salía de la Capital a Chorrillos lo hacía a las once de la noche.

*He querido poner subtítulo propio a lo que sigue del sabroso relato de Leonidas Rivera, por considerarlo algo peculiar del histórico Puente de Piedra

La subida del Puente de Piedra y el auxilio del postillón

En el tráfico urbano (tráfico ayer, tránsito hoy), no había reglamentación. El cuadro era sugestivo. Un silbato entre los dientes del conductor era la señal de alarma para el imprudente peatón que osara atravesar la calzada en momento que el tranvía hacia su recorrido. En los días de corrida en Acho, había que duplicar el servicio y en auxilio de los fatigados jamelgos venían los “postillones”(1) El postillón acudía sólo en casos extremos y venía a ser como una inyección de energía para los vehículos que corrían a la imprudente velocidad de doscientos metros por hora, dicho sea en sentido un tanto humorístico, como una manera de reflejar la lentitud de aquellos tiempos.

La subida del Puente Piedra (2) por estos tranvías urbanos, era todo un espectáculo. El urbano hacia el viaje “Malambo a la Exposición” y parecía engalanado. Lamento no poner delante de los ojos de mis oyentes la fotografía que me sirve para este comentario. Noto el aire triunfal, aire de entradita de pueblo, de los caballos y de los tranviarios que han coronado ya merced a inauditos esfuerzos, la heroica hazaña de trepar la pendiente del Puente Piedra. Son cuatro los caballos que tiran del tranvía. Los caballos, rebeldes o hambrientos, se plantan cien veces al día en su recorrido. El señor Godoy (“Globo con pito”) era el Gerente de la Empresa de Tranvías Urbanos y a él le echaban la culpa…”

*Estoy seguro que ésta es la foto que describe Leonidas Rivera, y que lamentaba no poderla mostrar a los oyentes:
El tranvía después de trepar la subida del Puente de Piedra con mucho esfuerzo

Foto: http://www.facebook.com/limantigua

Del Album: FOTOS-Tranvias en Lima Antigua

(1) Cesar E. Ferreyros, en su libro "Barrios de mi ciudad", nos dice sobre los postillones:"...los famosos postillones, cholos mofletudos sobre viejos jamelgos, quienes tenían la pesada labor de contribuir a hacer fácil la subida de los tranvías hasta la altura de la Plaza de Desamparados, a los gritos destemplados de ¡yújale mulita!".

Juan Carlos Arroyo Ferreyros en su monografía sobre los Tranvías en Lima, nos dice: "Los tranvías eran halados por dos caballos, pero en las gradientes como en la de la calle Huaquilla (cuadra 10 y 11 del jirón Ayacucho) se utilizaba un caballo adicional, cabalgado por un jinete al que se le llamaba "ganchero o postillón" el cual desempeñaba su función en los lugares que previamnete le había destinado la empresa. Algunas veces en el Puente de Piedra, por lo pronunciado de la subida, se precisaba de dos de estos refuerzos, y a pesar de que el Reglamento de Tranways, sólo autorizaba un total de tres caballos halando el tranvía, en este caso eran cuatro los que sudaban la gota gorda cuando el armatoste venía lleno...".

(2) El texto dice Puente Piedra, no Puente de Piedra.

Fuentes:

-Leonidas Rivera
"Del vivir limeño de antaño - Charlas de Evocación, perifoneadas por Radio Nacional del Perú 1959-1960" Lima 1960


- Cesar E. Ferreyros
"Barrios de mi ciudad" Lima 1946

- Juan Carlos Arroyo Ferreyros
Monografía: Tranvías de Lima

http://www.monografias.com/trabajos79/tranvias-lima/tranvias-lima2.shtml

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